En el Centro de Rehabilitación y Enfermería Steere House, en Providence, Rhode Island, un gato grisy blanco llamado Oscar desafió al entendimiento médico y científico al protagonizar uno de los casos más insólitos del ámbito geriátrico.
El felino fue adoptado en el año 2005 como parte del programa de terapia del asilo, Oscar se convirtió con el tiempo en una figura enigmática y profundamente simbólica para residentes, familias y personal médico. Su peculiaridad: parecía tener la habilidad de predecir la muerte de los pacientes con sorprendente precisión.
La historia de Oscar se hizo conocida mundialmente en 2007, cuando el geriatra David Dosa publicó un artículo en The New England Journal of Medicine relatando el fenómeno.
Según Dosa, Oscar solía acurrucarse junto a los residentes que estaban en sus últimas horas de vida, muchas veces antes de que los médicos pudieran prever el desenlace. Tras repetirse el comportamiento en más de 20 ocasiones, el equipo del asilo dejó de considerarlo una coincidencia y comenzó a prestar seria atención a los movimientos del gato.
Más allá del misterio, el fenómeno tenía consecuencias prácticas. La presencia de Oscar en una habitación era suficiente para que el personal avisara a las familias, ofreciéndoles una oportunidad inigualable para despedirse de sus seres queridos.
Lo curioso es que Oscar no elegía siempre a los pacientes más deteriorados: a veces, evitaba a quienes estaban visiblemente graves y se dirigía a otros en apariencia estables, que fallecían poco después. Este detalle aumentó la intriga y consolidó su fama.
Diversas teorías intentaron explicar su conducta. Algunos investigadores y médicos, como el propio Dosa, sugirieron que Oscar podría detectar ciertos olores, como las cetonas liberadas por las células moribundas, o percibir cambios sutiles en la temperatura o el comportamiento de los pacientes.
Otros expertos, incluyendo veterinarios y etólogos, especularon que el gato podría haber aprendido inconscientemente a asociar ciertos signos físicos con el fallecimiento inminente. También hubo voces escépticas que atribuyeron el fenómeno al sesgo de confirmación: solo se recordaban los aciertos, ignorando los posibles errores u omisiones.
Lejos de querer protagonismo, Oscar mantenía una actitud reservada. No era un gato especialmente sociable y, en ocasiones, mostraba molestia ante la cercanía del personal. Sin embargo, en su silenciosa compañía durante las últimas horas de vida, los residentes encontraban un consuelo difícil de explicar con palabras.
Oscar falleció el 22 de febrero de 2022, tras haber vaticinado—según estimaciones del personal— más de 100 muertes. Su historia fue plasmada en el libro Making Rounds with Oscar: The Extraordinary Gift of an Ordinary Cat, escrito por Dosa, quien retrató no solo el comportamiento inusual del felino, sino también la manera en que tocó emocionalmente a todos quienes lo conocieron.
El caso de Oscar deja preguntas en el aire: ¿Fue un caso único de intuición animal? ¿O simplemente una serie de coincidencias interpretadas bajo el peso de la emoción? Más allá de las explicaciones científicas o supersticiones, Oscar dejó un recuerdo imborrable: la de un silencioso guardián que acompañaba a los seres humanos en sus últimos momentos, ofreciendo con su presencia un tipo de paz que va más allá de lo racional.
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